Swinger

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Historia, Reglas, Contradicciones, Riesgos

Este artículo es para brindar información a las parejas que han platicado sobre la posibilidad de tener una experiencia de esta naturaleza, y como se trata de una forma diferente a lo común de vivir la sexualidad, los elementos de información se vuelven indispensables para tener un panorama un poco más amplio sobre la historia, las reglas, las contradicciones y los riesgos que representan estas experiencias.

La información que se presenta en este artículo se obtuvo de diferentes grupos swinger tanto en México como en Latinoamérica; si bien existen muchas variantes para vivir la sexualidad y la relación de pareja, también es necesario detenerse a conocer los elementos de evaluación de reglas y de los riesgos que surgen del mismo hecho de compartirse en pareja y obviamente de romper con las reglas establecidas por la sociedad en cuanto a lo que se espera de una pareja. Así que esperamos que esta información sirva para que tomen una decisión de jugar o no con base en un poco más de conocimiento.

Es importante aclarar que existen un sin fin de variantes y juegos para la intimidad de la pareja, pero siempre recomendamos informarse bien de que se trata, garantizar que nadie salga lastimado física, emocional o psicológicamente, y que el juego sea en consenso en la pareja.

La Definición de Swinger, es el que oscila, que cambia o se balancea de un lugar a otro, derivado de to swing balancearse, oscilar.

De acuerdo a la obra de Terry Gould The Lifestyle: A Look at the Erotic Rites of Swingers el intercambio de pareja comenzó entre los pilotos de la fuerza aérea y sus esposas durante la Segunda Guerra Mundial. A partir de los años 1920’s, la práctica se ha extendido en Estados Unidos y Europa principalmente, y de ahí a muchos otros países. En la España de los años setenta fue conocido en círculos restringidos en un lujoso chalé de la sierra madrileña donde se organizaban reuniones de pequeños grupos de parejas no formales.

También por la misma época se dio actividad swinger con cierta asiduidad en determinados campings, entre clases sociales más modestas. Revistas como la histórica Lib fueron uno de los pocos canales de contacto entre parejas a finales de los setenta y durante la década de los ochenta.

Swinger es una actividad de parejas que se realiza con la pareja estable, crece como fantasía de ambos o de uno de los miembros de la pareja, y es necesario recorrer el proceso de construcción del convencimiento y confianza mutua, de la caída o cambio de valores que lleve a superar lo que serían los prejuicios (lo que no es fácil) y, si se logra superar ese momento, comienza el juego en la búsqueda de la primera experiencia; si estos aspectos se ven forzados o sobreentendidos, generalmente los resultados serán negativos y hasta desastrosos para la pareja.

 

A veces el juego de convencimiento se extiende por años y en otras su resolución es inmediata, pero de una u otra forma ese proceso hecho en conjunto por la pareja es la base que da sentido a este estilo de vida. Para los swingers llegar en la noche después de un encuentro y hablar con la pareja sobre lo vivido, excitarse con los recuerdos, internalizarlos en la cama es lo que enriquece su estilo de vida en la intimidad.

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A diferencia de una orgía, el swinger requiere de la intervención de una pareja estable, ésta puede ser activa o pasiva, es decir, como actor y/o espectador. En una orgía cualquier persona puede ser participe, independientemente de tener o no pareja, entre estas personas el momento de placer no se extiende más allá del tiempo en que se vive el sexo, mientras que en el caso de una pareja estable cada encuentro construye a sus fantasías, emociones y recuerdos que son parte de su intimidad como pareja.

Los swinger afirman haber superado la soledad, los celos y el adulterio. Su búsqueda principal son las fantasías compartidas en pareja, son fieles, pero no monogámicos, además, los swinger plantean las negociaciones a través de un código acordado y bien definido.

La piedra fundamental del swinger es que la igualdad de la entrega es vital para completar la fantasía del swinger “Yo tengo sexo con la persona que amas y tú tienes sexo con la persona que amo”. Esa pasión compartida, esa posibilidad de construir la complicidad en pareja, encontrar en la cama a esa mujer o ese varón día a día, con el que se vive ese tipo de libertad pactada, el hacerlo con el ser querido, es lo que buscan los swinger.

Si definimos swinger, desde esta perspectiva, tenemos que: es una pareja que practica el sexo con otras parejas pero sin separarse, en el mismo espacio físico, es decir, trasladando el placer de uno a otro mirando a la pareja en el momento que tiene sexo con otra persona. En cambio la pareja liberal y/o el infiel no necesita de la presencia del otro, se toma libertad absoluta en el plano sexual y por lo tanto los límites desaparecen.

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De acuerdo a Daniel Bracamonte de sexovida.com una pregunta que es básica en quienes intentan acercarse al swinger es acerca de si cuando practican este estilo de vida, el sexo en la pareja se verá afectado en su continuidad o ya no tendrán los mismos deseos al enfocar toda su energía al sexo con otras parejas o grupos. Es un tema interesante, porque cuando se dice que puede haber en una pareja luego de algunos años, cierto agotamiento del interés sexual y que el intercambio es una opción para revivir ese estímulo perdido, no quiere decir que esa es la función de la práctica del swinger.

 

Los organizadores de grupos swingers afirman que la gran mayoría de las parejas que están en ese ambiente se inician estando bien en su sexualidad íntima e, incluso, fue el alza del deseo el que los llevó a buscar nuevos horizontes. La cama matrimonial es un lugar seguro, de una calidez especial donde juegan valores ausentes en el intercambio, valores afectivos y de compromiso, costumbres, y la fuerte intimidad que la convivencia genera. Estas cosas son irreemplazables y hacen del sexo íntimo de la pareja algo especial. Es decir, el sexo matrimonial es complejo, mientras que el sexo swinger es simple, sólo genital: se elige la pareja que gusta, conversan lo suficiente para conocerse... y a la cama. Allí lo que se expresa es sexo y sólo esa sensación, sin otros compromisos ni asuntos pendientes, sin otras cargas ni otros valores, esto es lo que afirman los seguidores de este tipo de prácticas.

Algunos swingers consideran su “estilo de vida” como una subcultura diferente. La “principal directiva” en el intercambio de pareja es “no” significa “no”. Esto quiere decir que el rechazo a una proposición sexual no requiere justificación y debe ser siempre respetada. La violación a esta regla, en ocasiones lleva a la expulsión inmediata. Otras reglas estrictas en muchos clubes de intercambio de pareja es el uso obligatorio de condones que deberán ser exclusivos para cada contacto sexual.

Ellos destacan que los acercamientos, se realizan mediante leves caricias en zonas no erógenas, si estas son permitidas se entiende el consentimiento tácito para continuar. En EEUU, se considera inadecuado tocar sin pedir autorización, mientras que en Europa incluyendo el Reino Unido tocar, es ampliamente aceptado, aunque no exista comunicación verbal en el contexto del juego.

Podríamos resumir las reglas, por orden de mayor a menor importancia en respeto, higiene y discreción. Se debe tomar en cuenta la regla más importante: el swinger es oscilar, es decir, se pasa fugazmente por la cama de los otros, no se quedan en ella ni se busca más atención que la genital en ese momento concreto; de forma más específica, no está permitido otro tipo de atenciones personales. Si esto se respeta -y la mayoría de los swingers lo hacen-, no hay historias que lamentar. Cuando, por el contrario, se aferran a otra pareja o a uno solo o sola en el caso de los tríos, la cuestión comienza a tener sus riesgos, por la intervención de afectos.

"Te amo, te comparto"; esta es quizás la primera contradicción en el swinger. La idea del amor está asociada culturalmente a la posesión indisoluble del cuerpo del ser amado: sólo nosotros disfrutamos de él y sólo el ser amado disfruta de nuestro cuerpo; así es, por lo menos, en la consideración general. La pregunta es por qué, y la respuesta es muy larga y compleja. Pero lo cierto es que la posesión física del otro tiene que ver con aspectos reproductivos y no sexuales en su origen. Claro que si bien hoy el tema de la reproducción, su control y prevención, están ligados a la utilización de variados recursos de muy alta eficacia, la idea de la posesión física del ser amado no cambió en general.

Los swingers argumentan que los seres humanos estamos creados para la diversidad sexual y no para la monogamia sexual. Comienzan a concebir el amor de forma más profunda, menos posesiva. Ven a la pareja no como una unidad reproductiva sino como la unión de aspiraciones, proyectos y fantasías, y entienden que acompañarse es a la vez comprenderse y ayudar al otro a realizar aquellas cosas que lo hacen feliz o le aportan placer. Compartir no es entregar, dar un paso al costado ni perder nuestra posición dominante en el plano del amor, único sustento de la pareja swinger.

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El miedo es el trasfondo de la contradicción que percibimos al ver gozar a nuestra pareja con un tercero. Los swingers transforman el miedo en confianza, y la “aterradora” imagen de que la pareja goce con otros en una placentera forma de compartir fantasías y placer mutuo.

Los riesgos que surgen, como hemos visto, radican básicamente en romper las reglas que como pareja se hayan establecido, como aferrarse a una persona lo que lleva a involucrar sentimientos que provocan incluso la ruptura de la pareja original; ocultar a la pareja encuentros solitarios; la falta del cuidado de la pareja evitando mantener prácticas de sexo seguro; la falta de complicidad, etc.

Los seres humanos solemos olvidar las reglas, incluso decimos que las reglas se han hecho para romperse, sin embargo en el swinger, este rompimiento nos puede llevar a perder la esencia y el compromiso con nuestra pareja original.

Como ves querido lector, la fantasía de compartir a nuestra pareja implica responsabilidad, respeto, comunicación abierta y clara, establecer reglas del juego, y cumplir con estas reglas, va más allá de participar en una sesión de sexo grupal, si realmente están interesados en abrirse a esta experiencia requieren de una madurez y solidez en su relación, y de evaluar los riesgos que esta actividad tiene, así como de recordar que en el área de la sexualidad hay tres reglas básicas:

  • 1ra. Regla: Que te sientas pleno y satisfecho con aquello que has decidió hacer.
  • 2da Regla: Que tu pareja esté de acuerdo y se sienta plena y satisfecha con aquello que han decidido hacer.
  • 3era Regla: No dañar a terceras personas.
  • Espero que este artículo te sea de utilidad, piensa en acudir a consulta siempre es una buena opción.

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    Como siempre me despido diciendo que si tienes una duda me escribas un correo a: almaisabelp40@hotmail.com

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    Alma Isabel Pérez Salcedo

    Psicoterapeuta Sistémica; Psicóloga Clínica; Especialista en Hipnosis, en Gestalt para niños, adolescentes y adultos; Sexóloga Educadora

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