PSICOLOGÍA DE LA MUJER
Este artículo surge del contacto con mujeres adultas que acuden a mi consultorio, y que a pesar de tener problemas emocionales de diferente índole, que no voy a mencionar, cuentan con características similares, y eso me lleva a tratar de investigar qué pasa con la psicología femenina, al realizar una búsqueda en Internet, me encuentro con artículos religiosos, de revistas del corazón y prácticamente nada en relación a este tema desde un punto de vista imparcial y fidedigno.
Quisiera definir qué es lo femenino, y encuentro que una de las características de la mujer es la capacidad de involucrar todas las esferas de su persona, todas las facultades, todo su ser, en lo que realiza.
O bien «femenino» corresponde a subjetivo, intuitivo, pasivo, ternura, sensibilidad, es impresionable, dócil, receptivo, empático, dependiente, emocional y conservador. Su mente capta relaciones, posee una percepción intuitiva de los sentimientos, tiene tendencia a unir más que a separar.”
En definitiva esta búsqueda resulta frustrante en el sentido de colocarnos en una posición vulnerable, en la que dependemos de algo o alguien, sin tener la capacidad de ser objetivas, emocionales y sensibles como si esto fueran características negativas por sí mismas, y lo peor aún es que en muchos casos creemos que así es.
Necesitamos de una pareja que nos apoye, en la cual recargarnos, que sea capaz de respaldarnos moral y económicamente, que entienda nuestras necesidades (que nunca comunicamos), por supuesto empático y sensible, que nos valide al decir cuánto nos ama, etc. Esto es válido siempre que seamos capaces de hablar y exponer nuestras expectativas de forma clara y objetiva, así daremos la oportunidad al otro de evaluar si acepta o no, o hasta dónde será capaz de cumplir con lo requerido, y establecer un acuerdo que satisfaga a ambas partes.
El problema es que nunca lo hacemos damos por sentado (y esto sucede en ambos sexos) que nuestra pareja será responsable de adivinar al 100% nuestras expectativas y por supuesto cargar con esa responsabilidad.
Por otra parte no somos capaces de separar los problemas ya que por un lado tenemos los problemas que surgen de la relación cotidiana, los problemas que surgen de la intimidad de la pareja, los problemas de la familia, los problemas del trabajo, o bien de las relaciones sociales, e invariablemente las mujeres tendemos a creer que nos corresponde solucionarlos, y sobre todo que somos las responsables directas de estos problemas; y no consideramos que en una relación de pareja, la responsabilidad de que la pareja funcione es del 50 – 50, es decir cada elemento de la pareja es responsable en el 50% de que la relación funcione.
Somos dadas a creer que nuestro amor podrá cambiar todo, la esencia de una persona, el alcoholismo, el maltrato verbal, sexual, emocional, la personalidad, sin embargo esto es imposible, por supuesto que las personas somos sujetas del cambio, pero el requisito más importante es que la persona quiera hacerlo, que busque ayuda profesional, pero nunca el amor cambiará a nadie, lo más curioso es que no nos cuestionamos el hecho de querer cambiarlo, es decir, si lo queremos cambiar es porque no nos gusta y si no nos gusta qué hacemos con él.
Somos dadas a pensar de forma mágica, y siempre esperamos que el milagro se presente, pero eso nunca sucederá.
La mujer históricamente hablando ha desarrollado un papel muy importante no sólo como la figura central de la familia, sino como participante activa en la economía nacional, ha luchado por una vida digna, de contribución cultural, social, política, educacional, etc. Y esto sin caer en una posición radical feminista, es real, sin embargo muchas no podemos desprendernos de tres elementos que ponen en riesgo nuestra felicidad y salud emocional: el miedo, la vergüenza y la culpa, generando conflictos importantes que derivan en frustración, depresión, angustia.
Desde nuestro nacimiento asumimos una serie de introyectos (creencias) que nos son inculcados por generaciones, las mujeres debemos ser…. (Agreguen lo que quieran) solidarias, abnegadas, madres, “femeninas”, bien casadas, apegadas a la familia y las buenas costumbres, pareja, sensibles, etc.
Por lo que si vamos en contra de estas imposiciones nos generan miedo, vergüenza y culpa y esperamos que sea otro (familia, hijos, pareja) los que nos resuelvan nuestra situación emocional, necesitamos aprender a confiar en nuestra intuición, a cambiar nuestras interrelaciones desde nosotras mismas, ser honestas y empáticas con nuestras necesidades y sobre todo responsables directas de nuestra felicidad y salud emocional.
Nuestra pareja es eso, un acompañante que va a nuestro lado hacia el mismo lugar, que comparte nuestro amor, el que uno sólo ame no es suficiente para nada, ni para salvar la relación ni para llevarlo a dónde queramos, necesitamos aprender a soltar lo que no es para nosotras.
Aprovechemos nuestra inteligencia emocional para identificar que si bien necesitamos ser amadas, el amor en primera instancia tiene que surgir desde y para nosotras mismas, nuestra autoestima es eso, nuestra, no puede depender de nadie más y si no somos capaces de enfrentar esto, no perdamos de vista que podemos buscar ayuda.
Los conflictos que tenemos las mujeres en muchos casos están relacionados con la frustración de no tener lo que queremos, de forma en que lo queremos y con la persona que queremos, y a pesar de darnos cuenta que el otro no jala para el mismo lado, insistimos en toparnos con la misma pared una y otra vez.
Te invitó a reflexionar acerca de tu situación emocional, si te identificas con algún punto de este artículo, no dudes en buscar ayuda profesional.
En la Clínica de Atención Emocional, contamos con servicios profesionales para brindarle (brindarte) el tratamiento profesional y adecuado a su (tu) caso.
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