Se ha comprobado que la música logra despertar toda clase de emociones y sentimientos. Más aun, si se selecciona la música adecuada y se combina con la práctica sexual, tenemos garantizada una producción significativa de endorfinas.
En el caso de la liberación de endorfinas mientras se escucha música, estudios científicos realizados en el Centro de Investigaciones de Stanford (California) confirman que el individuo entra en un estado de anestesia al dolor en el que, gracias a la producción de estas proteínas, puede lograr una mejoría en su sistema inmune.
Durante las prácticas sexuales, el escuchar música no sólo se estimula la creatividad, se promueve el autoconocimiento y nos revitaliza. Lo que sucede también es que, con la relación sexual, las endorfinas llegan a su nivel más alto justo cuando se está próximo al orgasmo, en el que se liberan otras sustancias como la oxitocina y la prolactina (hormonas de función estimulante, la primera favorece el vínculo emocional de la pareja y la segunda favorece el sistema inmunológico).
Estudios recientes realizados por el médico suizo Hanz Jenny arrojaron datos que señalan que los seres humanos somos capaces de absorber las energías de resonancia y movimiento creados por los sonidos vibrantes, y que estás energías a su vez alteran la respiración, el pulso, la presión arterial, la tensión muscular, la temperatura de la piel y otros patrones rítmicos internos, de la misma forma en la que se producen por diversas actividades del ser humano. o bien, por el consumo de ciertas sustancias tóxicas.
Por eso, es necesario que al seleccionar la música se consideren los siguientes puntos:
Queda claro que si escuchar música es bueno para la salud y tener relaciones sexuales también, combinar ambas actividades es ideal para producir la liberación de endorfinas necesarias para que nuestro cuerpo y mente trabajen en armonía.
De acuerdo al tipo de música los efectos son:
Según los estudios, el Hard Rock, especialmente la de algunos artistas como AC/DC yJudasPriest, forman parte de un sub-genero que es capaz de quitar la angustia y el dolor, hacerte olvidar de los problemas y suele mejorar los ánimos y el buen humor, reduce el stress y ayuda a seguir adelante, sus efectos se comparan con los de algunos componentes presentes en bebidas alcohólicas, pero sin la resaca y los problemas de la borrachera.
Es bien sabido los efectos que causa la Música Clásica en el ser humano, y resulta relevante citar el "Efecto Mozart" que afirma que los fetos y bebes que escuchan esta música, especialmente de Mozart y Vivaldi, tienden a estar más tranquilos, concentrados y estimulados. Pero recientemente se ha aumentado el conocimiento en este campo, porque además se descubrió que fomenta hábitos de aprendizaje y es capaz de hacer más inteligentes y razonables a las personas, hace más eficiente la capacidad de pensamiento y memoria y especialmente la capacidad de aprendizaje y el contacto social. Sus efectos son similares a los resultados de la meditación, relajación e incluso a las de aguas termales y spas.
No es necesario hacer estudios sobre este tipo de música, es sobre-aceptado en la sociedad que estimulan la hormona de la Oxitocina "la hormona del amor" que expira y abre los sentimientos y la excitación, y que favorece el vínculo emocional de la pareja, sus efectos son comparables a los de los chocolates suaves y tragos amargos con cafeína.
Los efectos del Metal son destacables, se supone que esta música aumento las hormonas luteinizantes, es decir, Calmantes y Estimulantes, pero de una manera bastante peculiar, porque cuando el cerebro recibe estos estímulos, las hormonas mas potentes (como la testosterona) empiezan a alterarse, como en una explosión de energía, despertando el deseo sexual, luego de un rato determinada la música estos compuestos se disuelven, como es sabido, otro debe remplazarlo, las zonas occipitales estimuladas empiezan a liberar estrógenos, que son los que nos tornan "reflexivos" o "nostálgicos", sus efectos son similares a los de la Marihuana.
Los efectos de estos géneros son similares, estimulan hormonas energéticas que promueven la actividad constante, por eso son buenos para salir a bailar o hacer deportes y actividad física, se comparan con los efectos de energizantes y bebidas vitamínicas.
Quizá la mayor sorpresa de la investigación, fue cuando los pacientes fueron sometidos a escuchar este tipo de música, los expertos quedaron atónitos al descubrir que su efecto es totalmente contrario al de la Música Clásica, es decir, que atonta a las personas, ahora se sabe daña la parte simpática del hipotálamo, disminuye la capacidad cerebral y disminuye la memoria a corto plazo, en consecuencia, incrementa la dificultad del aprendizaje y la diversificación de información del cerebro, sus efectos son similares a los de drogas de procedencia residual, como la cocaína.
Aunque estos géneros parecen musicalmente distintos, tienen efectos muy parecidos, fomentan la alegría y gozo, se sabe que hace perder los miedos y tomar coraje de cualquier tipo de acción, además de ayudar a disfrutar más cada momento, estos efectos son similares a la glucosa y estrógeno juntos, por raro que suene.
Como es bien sabido, estos géneros comparten algo especial, la liberación espiritual a través de la angustia y la tristeza, algo que sólo un fanático de este género entendería, es algo muy liberador, agudiza los sentidos, tranquiliza la mente y establece conexiones de relación entre acción y reacción, así como deducción. A diferencia de como se cree, esta música no favorece la depresión, en realidad hace que la tristeza desaparezca, fomenta sinceridad y serenidad, sus efectos son similares al fumar puro, pipa o cigarros.
Hoy sabemos que la música tiene una serie de efectos fisiológicos. La música influye sobre el ritmo respiratorio, la presión arterial, las contracciones estomacales y los niveles hormonales. Los ritmos cardiacos se aceleran o se vuelven más lentos de forma tal que se sincronizan con los ritmos musicales. También se sabe que la música puede alterar los ritmos eléctricos de nuestro cerebro. Al final del siglo XIX comenzaron las primeras experiencias científicas, midiendo cuantitativamente los efectos fisiológicos de las ondas sonoras.
Algunas de las conclusiones fueron que:
El ritmo musical influye sobre el funcionamiento cardíaco, la frecuencia respiratoria, la tensión arterial y la función endocrina. El sonido provoca cambios en los trazados eléctricos del organismo. Provoca cambios en el metabolismo y en la biosíntesis de variados procesos enzimáticos. Estimula el Tálamo y la corteza, lo que permite el contacto a través de la música con pacientes que carecen de contacto verbal como pacientes autistas, o depresivos. Ciertos sonidos hacen vibrar por resonancia la hipófisis, encargada de controlar la síntesis de numerosas hormonas y relacionada con la orientación temporo-espacial; y la Glándula Pineal, que coordina el ritmo respiratorio, cardíaco, el funcionamiento de las glándulas sexuales, y regula las actividades de la pituitaria a través de la secreción de melatonina. Se le atribuye al sonido un efecto, calmante y armónico sobre todo el organismo.
Ya desde los principios de la historia humana se pueden rastrear menciones a que la música afecta el estado de ánimo. Aristóteles enseñaba que la música imita directamente (es decir, representa) las pasiones o estados del alma −bondad, enojo, valor, templanza, y sus opuestos...
Así que si quieres disfrutar de una sesión amorosa y sexual con tu pareja, elige un blues o Jazz como el de Ella Fitzgerald, Amerie, Barry White, o el de tu gusto.
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