REBELDE SIN CAUSA

 

"Artículo tomado de la revista BB Mundo número 29, adaptado y enriquecido por Alma Isabel Pérez."

 

Un rebelde es aquel que opone resistencia y que no toma en cuenta la obediencia esperada. Un niño rebelde es aquel que opone resistencia y que no obedece como se espera que lo haga. Es común escuchar a los padres, decir: “Prefiero que mi hijo sea un rebelde a un dejado”, y visto desde esa perspectiva la primera opción suena muy razonable, pero la rebeldía va más allá de eso.

 

La otra cara de la moneda se da en familias autoritarias, en la que los padres no saben escuchar, se imponen sin tomar en cuenta al otro, no admiten o critican otros puntos de vista diferentes a los suyos y sienten que tienen la verdad absoluta sobre los gustos y necesidades de sus hijos. Con papás así, los niños pequeños deben aprender a desarrollar una forma de defender su punto de vista, su territorio y su identidad. A pesar de que este tipo de niños generalmente se vuelven unos guerreros expertos en defensa personal y líderes en algún área de su vida, lo hacen como resultad de una opresión que en la vida adulta puede mantenerse latente.

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Lo ideal sería lograr que nuestros hijos sean lo suficientemente autónomos e independientes para comenzar a resolver sus problemas a temprana edad y a demostrarse que tienen voz propia para defender sus puntos de vista. Lograr que se sientan seguros para descubrir, preguntar y acercarse a cualquier cosa que llame su atención, sin necesidad de faltar a la autoridad.

Cómo evitar la rebeldía.

 

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Para lograrlo necesitamos entender el desarrollo psicosocial de los niños y aprender un par de técnicas de comunicación asertiva. Erick Erikson, dice que el desarrollo social de los seres humanos se da por etapas durante la infancia y se intensifican en ciertos momentos de la vida, por ejemplo: entre los 2 y 3 años los niños pasan por la etapa de la autonomía versus vergüenza y duda. Según Erikson, en cada etapa se encuentra u conflicto o dilema que enfrentar y resolver; el resultado dependerá de cómo lo hagamos y de la guía que recibamos de nuestros padres y/o cuidadores.

 

 

En el caso de la rebeldía, hay que empezar a ver la situación desde la etapa en la que el niño empieza a explorar su medio y comienza a desarrollar su autonomía o independencia. En el período del Preescolar, los niños se caracterizan por ser curiosos y estar llenos de energía y es el momento en el que desarrollan la confianza y aprenden a autorregular su conducta.

Si reprueba esta etapa, o mejor dicho si los padres contribuimos a que nuestro hijo pase de noche esta etapa, tendremos un niño con cierta dosis de impulsividad y compulsión (tendencia a repetir una conducta de manera descontrolada); constantemente necesitará estar desafiando a la autoridad.

Analicemos la mala conducta en un niño. “Portarse mal” tiene un objetivo maravilloso en la infancia, ya que se marca la pausa para guiar a tus hijos sobre lo que debe de convertirse en un hábito y en las conductas esperadas a futuro para ellos. Esto lo hacemos todos los días comunicándonos con ellos a través del lenguaje verbal y corporal.

Los errores le sirven al niño para aprender y aprende más del ejemplo que del lenguaje oral. Si tu hijo sufre de rebeldía tienes que cambiar la brújula y comenzar a ver tu dirección ¿qué estoy enseñando en relación con la autoridad? ¿soy pasivo, agresivo o asertivo en mi forma de enseñar?

El padre pasivo es generalmente manipulador y puede hasta rogar a sus hijos para que cooperen y se porten bien; deja las decisiones en manos de otros, y por tanto puede culpar a cualquiera si algo sale mal. Es poco responsable de su vida Su frase es: “Me haces perder la paciencia”.

 

El padre agresivo siempre sabe más, tiene la razón y gana los argumentos sin tener la intención de entender al otro, sino de ubicarlo por medio del poder. Ganar es hacer que el otro haga lo que él quiere o cree que es más conveniente. Habla utilizando el pronombre “TÚ” implícito con frases como: “Tienes un tiradero no te importan tus juguetes”, “No te importa mi trabajo, no quieres a tu familia”, “Eres egoísta”. La característica principal de la disciplina agresiva es que se generaliza siempre y nunca), y se imponen castigos fuera de proporción o con golpes. Esta segunda forma de disciplina produce niños rebeldes, ya que no son escuchados ni tomados en cuenta. Las conductas más comunes de los niños rebeldes en la primera infancia (1 a 6 años) con las que se batallan casi a diario tienen que ver con vestirse, bañarse, comer, ir a la escuela, ir a dormir.

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Es muy importante entender que el niño a partir de que comienza a caminar o gatear no es rebelde, es sano que quiera seguir otro camino distinto al que tú quieres. Eso habla de salud mental, y es a través de estas situaciones que necesitas comenzar a manejar un equilibrio para dejar que explore, ocupándote de que lo haga en lugares seguros sin forzarlo ni desalentarlo. Despierta su curiosidad para que ésta sea el motor de su voluntad. Las actitudes rebeldes las comienzas a observar de manera más clara a partir del año y medio y hasta los tres años y medio.

Si practicas la comunicación asertiva desaparece la rebeldía constante y sólo verás a un niño que muestra sus emociones y pide lo que es justo para su edad. Si se ocupan de ser padres que utiliza la disciplina agresiva la mayor parte del tiempo, seguirán fomentando la rebeldía en su hijo.

¿Cómo guiarlos para tener una mejor convivencia familiar?

Entre el año y los dos años de edad.

Los niños están en la etapa de conocer la causa y el efecto de todo, por lo que tienen que vivir lo que sucede, no lo van a entender si lo platicas. Tienen que explorar y vivenciar todo lo que les llama la atención, están gobernados por impulsos, por lo que no se saben controlar. Si asumes todo esto como la descripción de un niño sano, sabes que habrá muy pocas veces que te obedecerá como te gustaría. No te molestes cuando él se enoje, descríbeles sus sentimientos y dale dos opciones de lo que si puede hacer o explorar o manipular; aquí las batallas no son tales, son un camino de aprendizaje para ti.

Tú bebé no está desafiándote como mamá, está aprendiendo a comunicar sus necesidades y en sus primeros dos años no tiene acceso al lenguaje, únicamente tienen gritos, un cuerpo difícil de controlar, y unos papás que no tienen idea de cómo leer su mente. Así que cuando se enoje, descríbele sus sentimientos: “estás enojado porque no quieres dormir, quieres seguir jugando”. Si pega, firme pero calmadamente, dile “No se pega” y ponlo en el suelo, no permitas que te use como saco de boxeo. Dale el mensaje de que no permitirás que te haga daño, si no le permites que te haga daño, evitas que a futuro intente hacer daño a otros y evitas que permita que otros lo dañen. Le estás enseñando a decir no a las agresiones.

De los 3 a los 6 años.

En esta etapa, cualquier detalle puede hacer que la rebeldía explote. El niño va a tratar de controlar su mundo en respuesta a un aprendizaje. Habrá una fuerza mayor que controlar e los tres años y medio, la cual irá disminuyendo conforme pasan los meses. Tú puedes ayudar a que estas conductas rebeldes disminuyan, entendiendo que su batalla no es personal y/o en contra tuya, que tu hijo no está cuestionando si eres o no una mala mamá, sino que te está dando la oportunidad de enseñarle como dominar su enojo, haciéndote responsable de tus emociones: “Me estoy enojando” en lugar de “Me haces enojar”.

 

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En esta etapa puedes observar como en un momento tu hijo es desafiante, y un instante después, penoso, no lo ridiculices ni lo expongas. También a esta edad se quejan como “chiquitos”, toma esta situación como una demostración de su lucha interna por la seguridad emocional que da la dependencia materna y la independencia que viven al separarse de ti, que le produce miedo e incertidumbre. Los niños sanos de esta edad utilizan frases que exageran, interrumpen las conversaciones, son agresivos con sus hermanos y amigos, no hacen lo que se les pide. Utiliza tu lenguaje corporal y verbal para acercarte a tu hijo con un tono de voz amable y firme, agáchate a su nivel y pídele de manera clara tomando en cuenta lo que está haciendo que siga tu instrucción.

 

De la misma manera los niños de esta edad no han desarrollado su diálogo interno, mejor conocido como “conciencia”, por lo mismo verás que a veces contesta con frases como: “Tú cállate”. No lo tomes a título personal, lo niños hacen este ejercicio para ayudarse, su objetivo no es agredir.

Si permites que vaya desarrollando estas características, dándole muestras de cómo ir moldeando su conducta, al terminar esta etapa tendrás hijos lejos de la rebeldía y cerca de la autonomía, seguros de sí mismos y con la capacidad de comunicar sus necesidades.

Espero que este artículo te sea de utilidad, de lo contrario acudir al consultorio siempre es una buena opción.

Si notas que tienes o las personas a quienes conoces, tienen comportamientos como los descritos, no dudes en pensar que necesitan ayuda.

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Como siempre me despido diciendo que si tienes una duda me escribas un correo a: almaisabelp40@hotmail.com

Atentamente.

Alma Isabel Pérez Salcedo

Psicoterapeuta Sistémica; Psicóloga Clínica; Especialista en Hipnosis y Gestalt en niños, adolescentes y adultos; Sexóloga Educadora

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