ENURESIS

¿Sigue mojando la Cama?

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La enuresis se presenta en muchos niños que se orinan y defecan en la cama (Ecopresis), la escuela o en cualquier lugar que no sea el baño, ya que no controlan los esfínteres y esto se considera un trastorno cuando el niño ha pasado los 4 años de edad. Esta propensión es más común de lo que pensamos, pero muchas veces esconde problemas emocionales y la manera cómo los padres la tratamos es clave para no afectar la autoestima de nuestros hijos.

En México la ENURESIS (Hacerse pipí; orinarse en la cama) es más común de lo que se cree. Se calcula que 1.5 millones de niños entre los 5 y los 12 años de edad la padecen, siendo los niños los que presentan mayor incidencia que las niñas.

Aproximadamente en el 25 % de los casos, la enuresis obedece a un problema emocional, hay que descartar que cuando sucede, quizás se trate de un síntoma de nuestro cuerpo sobre algún trastorno de origen fisiológico que requiera ser tratado por un médico especialista (urólogo pediatra) y que de no ser tratado a tiempo puede tener repercusiones mayores.

CAUSAS DE ORIGEN FÍSICO:

  • En casi el 75% de los casos, la enuresis surge por un trastorno en el esfínter debido a una predisposición genética heredada por los padres.
  • Puede tratarse de un trastorno en el sistema de alerta que no le permite al niño despertar cuando su vejiga está llena.
  • Se asocia con algunas enfermedades orgánicas
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    Una vez descartado que se trate de un problema de origen fisiológico, puede hablarse de problemas de tipo emocional, por ejemplo: Dependencia excesiva a la mamá, misma que se prolonga a la edad escolar, que llega a presentarse aún cuando en esta etapa se supone que tiene un grado de independencia que le permite ser independiente, y es capaz de relacionarse con las demás personas. No obstante, él se siente inseguro ante la ausencia de la madre, y el hacerse pipí, es un modo de expresar su necesidad de apego, retrocediendo en su desarrollo para continuar recibiendo la atención y cuidado maternos.

    En otros casos, es probable que el niño esté enojado por circunstancias que vive en casa y que le cuesta trabajo expresar sus emociones (recordemos que como adultos también tenemos problemas para expresar nuestros sentimientos), en el caso de el niño por miedo o vergüenza o culpa no puede canalizarlos y como en una olla exprés llega el momento en que necesita una vía de escape drástica que se traduce en hacerse pipí y/o popó, además, pueden acompañarse de otras manifestaciones psicosomáticas como úlceras, dolores de cabeza o de estómago, ya que la válvula de escape explota en su interior.

    Otras situaciones pueden tener lugar en una forma de auto agresión, es decir que el niño busca inconscientemente la forma de lastimarse o ponerse en desventaja frente a los demás.

    Factores como la depresión, inseguridad, baja autoestima, pero sobre todo, desconfianza en sí mismo detonan este tipo de agresión. Ésta última es una señal de alerta que no se puede pasar por alto, pues le provocan entrar en un círculo vicioso de devaluación ante sí mismo y frente a los demás. La seguridad en sí mismo, como primer sentimiento que se desarrolla en la infancia, es lo que estructura a la personalidad; cuando esta se pierde o se ve alterada, por ejemplo, con abandono emocional o carencia de afecto, o ausencia materna o de una persona que le sea significativa, el niño puede creer que no vale, por tanto no confía en sí mismo. Y se auto etiqueta como el que no puede, el que no es capaz, y de alguna forma paga por culpas que no le corresponden, auto agrediéndose.

    En el fondo, el niño busca formas de llamar la atención como hacerse pipí o popó, aunque a cambio reciba regaños, castigos y hasta golpes, no importa, más vale sentirse reprobado que sentirse invisible a los ojos de sus padres.

    Esta tendencia también puede responder a una forma de enojo por algún acontecimiento que le provoca incomodidad, como el nacimiento de una hermanito, exigencias para tener un alto desempeño escolar, pérdidas significativas, la separación de sus padres, crisis familiares, violencia en casa y hasta abuso sexual.

    Cabe notar que la encopresis (hacerse popó) de origen emocional se acompaña de otros trastornos de conducta, ya que el rechazo de los compañeros hacia el niño que se hace popó ocasiona que el niño se aísle, se torne irritable, ansioso, inseguro, tímido, al no saber cómo hacer frente a las burlas, es una situación que lo avergüenza y que sale de su control.

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    Pero qué si podemos hacer y qué no podemos hacer como padres.

    Lo que sí podemos hacer:

    Descartar que la enuresis y/o encopresis se deban a un problema fisiológico que requiera de tratamiento médico.

    Buscar ayuda psicológica para determinar si el problema es de origen emocional.

    Suspender la toma de líquidos por lo menos una hora antes de dormir y darle de cenar dos horas antes de ir a la cama.

    De acuerdo a su edad y sobre todo de forma comprensiva y amorosa, invitarlo a que participe del aseo de sus sábanas, pijama o ropa que ha ensuciado, Esto lo ayuda a darse cuenta de lo que le está pasando.

    Enseñarlo a ir al baño diariamente para que evacue media hora después del desayuno o comida. Aunque no haga, esta rutina lo entrenará a respetar un horario, aún cuando sea mayor. Recuerda que a esta edad los niños necesitan de una rutina para formar hábitos.

    Ayudarlo a canalizar su energía a través de una actividad física, la que a él le agrade, así sus niveles de agresión, se encausarán de forma positiva.

    Lo que no podemos hacer:

    Regañarlo, castigarlo o pegarle por esta causa, ya que no se orina encima para molestarte, sino por un problema que no está en sus manos resolver, sino en las tuyas.

    Levantarlo por las noches para que lave sus sábanas.

    Culparlo, o burlarse de él, ni pensar en la violencia como un recurso para que “aprenda la lección”, pues esto sólo recrudece el problema y agrava su inseguridad.

    El amor y la paciencia son los ingredientes que te garantizan que tu hijo deje de utilizar el hacerse pipí o popó, para llamar la atención o desquitarse de alguna situación que le molesta.

    Si se siente amado y seguro no necesitará recurrir a acciones que lo lastiman, porque sabe que estás ahí, física y emocionalmente para él.

    Para lograr este proceso de una manera sana, es importante consultar con un especialista, ya que un periodo de terapia te dará las mejores bases para lograrlo.

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    Alma Isabel Pérez Salcedo

    Clínica de Atención Emocional

    Psicoterapeuta Sistémica, Psicóloga Clínica, Sexóloga, Especialista Gestalt en niños, adolescentes y adultos

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